19/6/09

MANIFESTACION PUBLICA DE OPINIONES



Una manifestación pública de la opinión de un grupo activista (económica, política o social, sobre todo), mediante una congregación en las calles, a menudo en un lugar o una fecha simbólicos y asociados con esa opinión. El propósito de una manifestación es mostrar que una parte significativa de la población está a favor o en contra de una determinada política, persona, ley, etcétera. El éxito de una manifestación suele ser considerado mayor cuanta más gente participa. En algunas manifestaciones se producen disturbios y violencia contra objetos (como los coches), establecimientos, peatones o la policía, o incluso contra los mismos manifestantes. Generalmente, otros mecanismos de protesta como las huelgas (especialmente las huelgas generales) van acompañados de manifestaciones.

En la sociedad de masas el público no participa en la toma de decisiones con la asiduidad y conocimiento que serían deseables. Dificultades coyunturales (la cultura política de la mayor parte de la gente, por ejemplo) y estructurales (las dificultades de establecer un debate público entre los ciudadanos en la sociedad de masas) nos impiden obtener directamente el sentir de la opinión pública; se hace preciso, por tanto, crear algunas instancias intermediarias que de alguna manera se erijan en manifestaciones reconocibles de la opinión pública. Estas instancias serían las encargadas de gobernar en nombre de la opinión pública, como representantes de la misma.

Pero buscar la representación del público es, como veremos, un proceso complicado. Una caracterización exclusivamente cuantitativa de la opinión pública estaría tentada de definirla en tanto opinión de la mayoría, pero esta idea podría eludir la representación de las minorías en el espacio público.

Al mismo tiempo, la presión popular de las masas puede reducir el nivel del debate político, sustituyéndolo por la mera suma de opiniones individuales, fenómeno acrecentado por la obsesión por las encuestas que caracteriza a los representantes del poder político. Sin embargo, la aparente tiranía de la mayoría puede convertirse en un modelo totalmente dominado por unas élites políticas, culturales y sociales que adoptan las decisiones apoyándose en unas masas acríticas que se limitan a otorgar carta de naturaleza a lo decidido por una minoría mediante el voto o los sondeos. En este contexto, la representatividad del modelo democrático queda considerablemente reducida.

La discusión sobre el dominio de las élites o la supuesta tiranía de la mayoría es parte de un debate más amplio entre dos posturas de actuación democrática, la de los populistas y los elitistas. Según Crespi:

El elitismo se refiere a la confianza en los representantes electos, especialmente aquellos que han sido elegidos indirectamente, quienes a pesar de los intereses válidos que pudieran tener, esperan ser guiados por las necesidades de una comunidad más amplia. Los elitistas asignan la responsabilidad tutelar y la toma de decisiones a los representantes (...) relegan al público general a un rol limitado y pasivo. El populismo hace referencia a la confianza en la participación directa de una ciudadanía activa y presumiblemente cualificada en la toma de decisiones del gobierno. Los populistas abrazan la máxima del compromiso activo del público general en el gobierno: definen la responsabilidad del liderazgo en términos de ser servidores del pueblo. (2000: 166 – 167)

¿Cómo buscar un acuerdo entre ambos postulados? La división de la sociedad en dos grupos, uno minoritario que ostenta las riendas del poder, pero que también está caracterizado por un alto grado de información e implicación en los asuntos públicos, y otro mayoritario que no tiene acceso al mismo más que desde un punto de vista formal, pero donde también se corre el peligro de ceder a la tiranía de los sondeos y reducir enormemente la complejidad del debate público en pro de asegurar la representatividad del gran público, escasamente interesado en la discusión de temas variados que, por otro lado, desconoce, implica el riesgo de reducir el carácter representativo de la democracia. Por este motivo, se impone la necesidad de asegurar una correlación entre la opinión pública y sus representantes lo más intensa posible, así como de tener en cuenta todas las manifestaciones relevantes de la opinión publica


las manifiestaciones publicas tiene una "tendencia" de ser pacificas, y la impresión que tienes de que son "borregos" los que participan en ella, es muy respetable pero no comparto la impresión que tienes de los participantes en ellas; a los que tu llamas "borregos".
Creo que existe mucha conciencia social de lo que significa en México la Violencia, el Mexicano vive (por lo menos en la ciudad de México) mucha violencia contenida.
La Represión social en la que se vive es un peligroso detonante... y sin embargo el pueblo que participa en marchas lo hace "inexplicablemente" y pese a todos los resentimientos sociales... pacificamente.
Las demostraciones pacificas en el Zocalo han sido mas que un botón de muestra.. Miles en un mitin, concluye el mitin y se disuelve sin dificultad, fuerza publica alguna.
La ciudad de México recibe diariamente manifestantes de todo el país... y sin embargo las manifestaciones no llegan mas allá de la protesta simple a través de panfletos.
Pero ahi esta lo peligroso... si las cosas siguen asi, la presión ha llegado a tal punto de injusticia y de conformismo de los lideres politicos en turno, Quienes, "piensan", "creen", "deducen" que las cosas seguiran asi siempre... "suponiendo" que nada cambiará; estan equivocados.
Nada detiene el cambio.(El cambio es un Volcan Vivo).
Y no se, si ya sea tarde como para reflexionar que el pueblo al que tu llamas; de "borregos" decida cambiar por la dignidad del guerrero.
Y ahi es donde dudo que se pueda con una manifestación detener tanta violencia e injusticia sufrida por "los borregos" durante tanto años.


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